Buenos días a todos, comenzamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Hoy os invitamos a escuchar el siguiente cuento:
Buenos días a todos, comenzamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Hoy os invitamos a escuchar el siguiente cuento:
Comenzamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
En aquel tiempo se le acercaron a Jesús sus discípulos y le preguntaron: -“Quién es el más grande en el reino de Dios?”
Él llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos y dijo:-“ Os aseguro que si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de Dios. Quien se humille como este niño, es el más grande en el reino de Dios. Y el que acoja a uno de estos niños en atención a mí, a mí me acoge. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños.”
Todos necesitamos sentirnos importantes, queridos, que hay alguien que nos hace caso y nos tiene en cuenta. Jesús lo sabe, pero va a la raíz del sentimiento humano: sólo el que vive de la confianza como lo hace un niño con sus padres, puede sentirse verdaderamente feliz. Por eso sugiere este ‘hacerse niño’, pequeño, dependiente. Ser niño es además ser criado, estar al servicio del otro. Jesús apunta en este evangelio que la verdadera dicha está en el servicio. Él mismo está como servidor. Calasanz es un evangelio que vivó como ningún otro. Se creyó que eran palabras dichas para él y las vivió entre los niños, haciéndose como uno de ellos.
Si considera los despropósitos que le pasan por la imaginación de la mañana a la tarde, debiendo estar siempre en la presencia de Dios, verá que no sabe dar dos pasos sin caer, que es dejar de mirar a Dios y ver con el pensamiento o la imaginación a las criaturas. Quien llegue a esta práctica de saber comportarse como un niñito de dos años, que sin guía cae muchas veces, desconfiará siempre de sí mismo, e invocará siempre la ayuda de Dios. Esto significa aquella sentencia, tan poco entendida y mucho menos practicada: ‘si no os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mt. 18,3). Aprenda esta práctica y procure llegar a esta gran sencillez.(04/08/1628)
Señor, Dios nuestro, que has enriquecido a San José de Calasanz con la caridad y la paciencia, para que pudiera entregarse sin descanso a la formación humana y cristiana de los niños, concédenos, te rogamos, imitar en su servicio a la verdad al que veneramos hoy como maestro de sabiduría.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».
La vida de José de Calasanz no fue fácil pero no se rindió. Dos rasgos de su personalidad se destacan en este texto: tesón y responsabilidad. Con ellas consiguió lo que deseaba poner sus cualidades al servicio de los demás.
¿Eres tú también responsable ante las necesidades de aquellos que te rodean?,
¿haces algo para mejorar su situación?
¿Pones tú también tus cualidades al servicio de tus compañeros?,
¿ayudas a tus compañeros de clase?
José de Calasanz, a lo largo de su vida, tuvo siempre presente en sus oraciones a María, tal y como su madre le había enseñado. Cuando se sentía desanimado recurría siempre a ella.
Rezamos hoy esta oración en honor a María para que nos anime y nos de fuerzas para estudiar al día.