Miércoles 19 de mayo

 Buenos días a todos.

Cuando nos encontramos con momentos difíciles, estamos tristes, nos cuesta sonreír, María nuestra Buena Madre nos acompaña, nos consuela, transmitiéndonos esperanza.

Cuando todo nos va bien, fácilmente nos cerramos dentro de nosotros y en muchas ocasiones, no vemos que quienes nos rodean lo están pasando mal.

María también pasó por momentos difíciles, por eso Ella sabe consolarnos, nos entiende, por eso acudimos a Ella con fe.


María, tú eres nuestra madre del cielo

nos quieres y acompañas,

como lo hiciste con Jesús.

Te damos gracias y te ofrecemos nuestro cariño y amor.

Padrenuestro.


¡Buen día!



Lectura del 19 de mayo

 

Hch 20, 28-38

Pablo dijo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: «Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: recordad que, durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: ‘Hay más dicha en dar que en recibir’».

Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.


 

Miércoles 19 de mayo


“Luz”

Cuando entramos en una habitación oscura tenemos miedo de tropezarnos o caer, o incluso de encontrarnos con algún “bichito” desagradable. Para los cristianos, la vida sin Jesús es como esa habitación oscura. En cambio, Jesús es para nosotros esa luz que lo ilumina todo, desaparece la oscuridad y el miedo. Y nosotros, como cristianos, tenemos que ser luz para los demás. Ya nos lo dijo Jesús: “Vosotros sois la luz del mundo”. 

La manera que tenemos nosotros de dar luz es trabajar para que el mundo sea mejor, para que todos vivamos como hermanos, que nadie haga daño a nadie. En esta misión, María nos acompaña


Rezamos a María: 

Madre, quiero hacer todo lo posible por ser luz. Dame un corazón bueno como el tuyo y como el de Jesús. Quiero ayudar a que el mundo sea un poquito mejor, y lo puedo hacer si Tú me acompañas y me enseñas a querer a todos los que me rodean.