Marcos 6, 1-6:
"No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando".
Nos cuesta mucho aceptar a Jesús en la sencillez y desde la humildad.
Nos gusta verlo más con aureolas, mantos y nubes que con una sierra o una azada en las manos.
Ya les pasó esto a sus paisanos que lo vieron trabajar con sus manos en el taller de San José.
No se explicaban ni su sabiduría ni sus milagros.
Dios no podía actuar por medio de unas manos encallecidas.
Les resultaba escandaloso que uno de los suyos hiciera lo que hacía y dijera lo que decía.
No busques a Dios en las cosas extraordinarias. Busca a Dios en lo ordinario de la vida.
En lo más cotidiano, vulgar y corriente Él te va a encontrar y tú te vas a encontrar con Él.
Intenta descubrirlo hoy en la normalidad de tu jornada.
Buenos días.