Martes 9 de noviembre

 Buenos días a todos, con una gran sonrisa comenzamos la oración de hoy en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Para empezar vamos a realizar algunas preguntas: ¿de quién es tu casa?, ¿y tu calle?, ¿y los parques?, ¿y los bosques?, ¿y los mares y ríos?....

Os invitamos a escuchar el siguiente cuento:


¿Qué ha pasado en el cuento?

¿Por qué sucede eso?

¿Qué te parece lo que ocurre?

¿Al final que pasa?

Todos somos iguales, nadie es dueño de ningún lugar, somos de un mismo mundo.

Jesús nos enseñó que a descubrir lo mejor de él en los demás. 

Jesús, te pedimos que nos ayudes a encontrar lo mejor en los demás y en nosotros mismos.




Evangelio del 9 de noviembre

Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:

«El celo de tu casa me devora».

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».

Jesús contestó:

«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».

Los judíos replicaron:

«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.