Miércoles 15 de septiembre

Buenos días a todos.

Como cada día comenzamos nuestra oración "HOLA" a Jesús y empezamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Tenemos la suerte y el regalo de poder estar con nuestros compañeros y amigos cada mañana.

Es posible que podamos echar de menos a alguien de nuestra familia, pero no pasa nada porque estamos rodeados de personas que nos hacen felices cada día. Vamos a escuchar esta canción que seguro nos suena.


- ¿Qué te ha parecido esta canción?

¡Gracias Jesús,  por cada uno de nuestros compañeros y amigos!


Miércoles 15 de septiembre



Hoy te invito a pensar sobre algunos 

utensilios cristianos para el curso

Lápiz 

Para apuntar aquello que merezca la pena

Goma 

Para borrar, no del papel y sí de la memoria, lo que nos hace sufrir o paraliza nuestro dinamismo.

Mochila 

Para guardar lo imprescindible para ser feliz: amistad, ayuda, alegría, serenidad, reflexión, paz.

Gafas 

Para no dejar pasar de largo las sensaciones que pueden hacernos más y mejores personas

Sacapuntas 

Para afinar nuestra personalidad, para no “sacar punta” a los defectos de los demás.

Lupa 

Para ser prudentes en nuestros juicios y precavidos con lo que nos dicen y vemos

Agenda 

Para apuntar aquello donde, sin excusa y con valentía, hemos de estar presentes.

Compás 

Para marcar la diferencia entre el bien y el mal, para delimitar aquello que nos puede dañar.

Calculadora 

Para saber sumar aquellos instantes en los que hemos realizado algo por los demás y, por lo tanto, las horas en las que hemos aumentado y no restado felicidad.

Tijeras 

Para cortar, de nuestras palabras y actos, todo aquello que incita a la violencia, al gamberrismo o a la pereza.

Libros 

Para adentrarnos en la sabiduría y adquirir una óptica de la historia y del mundo.

Cruz 

Para comprender que, sin Dios, nuestra educación no es íntegra ni está acompañada por una fuerza suprema.

Para dar testimonio de lo que somos: cristianos.

Evangelio del 15 de septiembre

 Fiesta de la Virgen de los Dolores


Jn 19, 25-27

Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.

Espadas

La incertidumbre

del «Hágase» sin reservas.

No los «hágase» a medio gas,

los que vienen con peros

los que traen condiciones.

La intemperie de un pesebre,

pobre cuna de paja para un niño.

La inocencia perseguida

por el odio de quien,

en su hambre de poder,

elige el dolor ajeno.

La añoranza del hogar

en tierra extraña

Las palabras difíciles

en el hijo reencontrado.

La murmuración de quienes,

en el muchacho,

hecho hombre,

solo quieren ver un fraude.

La condena al inocente.

El dolor de un amor crucificado.

El cuerpo inerte,

al que te aferras

en último abrazo .

La losa que ciega una tumba

habitada por la muerte.

¿Siete espadas?

Muchas más,

que no han de tener,

en tu vida,

la victoria.


(José María R. Olaizola, sj)



(tomado de Rezandovoy)