Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
¡Buenos días, chicos/as! Saludamos a Jesús y comenzamos unidos a él en este momento con la invitación a la oración: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Hoy queremos hacer una acción de gracias por nuestras manos, porque son una gran bendición para nosotros, ya que podemos emplearlas para muchas cosas. Jesús quiere que las utilicemos para ayudarnos y para ayudar a otras personas y quiere que aprendamos a hacer cosas buenas con ellas.
¿Has pensado alguna vez, qué podemos hacer con nuestras manos? Con las manos podemos coger, sostener objetos, arreglarnos, trabajar, jugar, relajarnos,… También, podemos utilizar nuestras manos para comunicarnos; si las levantamos, podemos saludarnos con ellas, si hacemos gestos o señas de dactilología, nuestras manos pueden hablar con personas sordas, que no pueden oír ni hablar. Otras personas, también utilizan sus manos para ayudarnos a nosotros.
¿Cómo utilizan tus padres u otros miembros de tu familia, las manos para ayudarte? Nuestra familia nos prepara la comida, nos lavan la ropa, juegan con nosotros y hacen con las manos muchas otras cosas para ayudarnos. Jesús utilizaba sus manos, para bendecir a los niños y a otras personas, como los enfermos, ciegos y sordos.