ENCIÉNDENOS CON TU LUZ
Antes de comenzar la oración, miramos a nuestro alrededor y fíjándonos en lo que hay en la clase. ¿Te imaginas que no pudieses ver nunca? Tendrías que sentir las cosas con otros sentidos: tocándolos, oliéndolos… a veces podemos estar ciegos y necesitamos que Jesús nos ayude a ver. Esto es lo que le pasó a Bartimeo.
Había un hombre ciego que se llamaba Bartimeo. Estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Cuando oyó que pasaba Jesús se puso a gritar: “Jesús, ten compasión de mí”. La gente le mandaba callarse. Porque en aquel tiempo se pensaba que la enfermedad era como un castigo de Dios, y por eso los enfermos eran muy mal mirados. Pero él, confiando en Jesús, gritaba más alto. “Jesús, amigo, ayúdame”. Cuando Jesús oyó sus gritos se detuvo y dijo: “Llamadlo”. Entonces trajeron al ciego Bartimeo a donde estaba él. Jesús le preguntó: “¿Qué puedo hacer por ti?” Él contestó: “Maestro, haz que vea”. Jesús le dijo: “Tu fe te ha curado”. Y de golpe fue como si se encendiera la luz después de muchos años de oscuridad, empezó a ver. Se puso muy feliz. Y seguía a Jesús por el camino.
Jesús, amigo, Ayúdame. Son solo tres palabras. Muchas veces pedimos ayuda a nuestros padres, compañeros, profesores… Pero Jesús también puede ayudarnos cuando necesitamos fuerzas para lograr algo.
· Piensa en qué te puede ayudar Jesús y díselo con esas tres palabras.
Enciéndenos la luz para que podamos ver como tú:
la bondad en todas las personas,
que soñemos con un mundo tan bonito como tú lo sueñas…