Viernes 11 de febrero


Buenos días, párate un momento. Relájate y respira hondo. Dios está aquí, contigo, escuchándote.

Lo más importante ahora eres tú.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.



Es muy importante escuchar, prestar atención cuando nos habla un compañero, una amiga, una maestra o profe, nuestros padres...

Nuestro compromiso para el día de hoy va a ser ese: poner toda mi atención en escuchar.

Evangelio del 11 de febrero


Marcos 7,31-37

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.

Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»