Buenos días a todos. El sábado día 1, comenzamos el mes de mayo, el mes de las flores, el mes dedicado a María.
Martes 4 de mayo
Martes 4 de mayo
La Iglesia
Empezamos un nuevo día del mes de mayo, y vamos a poner todo nuestro entusiasmo para dedicar un ratito a nuestra Madre. ¿Verdad que todos sabéis lo que es la Iglesia? No sólo me refiero a ese sitio donde vamos a rezar, hoy hablaremos de otra cosa: La Iglesia es la familia de los que quieren ser amigos de Jesús. Esta familia está formada por muchas personas: el papa, los obispos y sacerdotes, nosotros... Sí, todos los bautizados somos parte de esta familia y queremos ser también amigos de Jesús.
María, Nuestra Madre, siempre ha estado al lado de la Iglesia, ayudando a todos los cristianos. En la flor de hoy está escrita la palabra “Iglesia”. Queremos pedirle a María que cuide de la familia de los amigos de su Hijo Jesús.
Rezamos a María:
Madre, desde el principio has estado ayudando a todos los cristianos, por eso te pido que cuides a la Iglesia de tu Hijo: ayuda al papa Benedicto y a los obispos a vivir y enseñar lo que Jesús quiere, que nosotros amemos más a la Iglesia y que cada día haya más personas que quieran ser amigos de Jesús.
Evangelio del 4 de mayo
Jn 14, 27-31
Jesús dijo a sus discípulos: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: ‘Me voy y vuelvo a vuestro lado’. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago».
Danos tu paz
Danos, Señor, aquella Paz extraña
que brota en plena lucha
como una flor de fuego;
que rompe en plena noche
como un canto escondido;
que llega en plena muerte
como el beso esperado.
Danos la Paz de los que andan siempre,
desnudos de ventajas,
vestidos por el viento de una esperanza núbil.
Aquella Paz del pobre
que ya ha vencido el miedo.
Aquella Paz del libre
que se aferra a la vida.
La Paz que se comparte
en igualdad fraterna
como el agua y la Hostia.
(Pere Casaldáliga)