Fiesta de la Virgen de los Dolores
Jn 19, 25-27
Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.
Espadas
La incertidumbre
del «Hágase» sin reservas.
No los «hágase» a medio gas,
los que vienen con peros
los que traen condiciones.
La intemperie de un pesebre,
pobre cuna de paja para un niño.
La inocencia perseguida
por el odio de quien,
en su hambre de poder,
elige el dolor ajeno.
La añoranza del hogar
en tierra extraña
Las palabras difíciles
en el hijo reencontrado.
La murmuración de quienes,
en el muchacho,
hecho hombre,
solo quieren ver un fraude.
La condena al inocente.
El dolor de un amor crucificado.
El cuerpo inerte,
al que te aferras
en último abrazo .
La losa que ciega una tumba
habitada por la muerte.
¿Siete espadas?
Muchas más,
que no han de tener,
en tu vida,
la victoria.
(José María R. Olaizola, sj)
(tomado de Rezandovoy)