José llega a Roma
El padre de José, don Pedro Calasanz, acababa de perder a su mujer y a su hijo mayor y quería que José perpetuara el apellido de la familia. No quería que fuera sacerdote. Pero José sufrió una enfermedad en 1582 que lo llevó al borde de la muerte e hizo prometer a su padre, que si Dios le concedía la curación, se lo permitiría y le dejaría seguir su camino. Afortunadamente, José se curó y fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1583, por Hugo Ambrosio de Moncada, obispo de Urgel. Durante sus primeros años como sacerdote, estuvo en varios pueblos de los Pirineos, donde cuentan que era muy peligroso aventurarse por los caminos para visitar alguna Iglesia como las de Claverol y Ortoneda, de las que era párroco. Hasta tuvo que proveerse él mismo de un arcabuz con frasco y frasquillo sin bolsa para que no le atacaran. José llegó a Roma en febrero de1592. Tenía 35 años y su intención era la de permanecer allí sólo el tiempo requerido para obtener el título de canónigos de alguna catedral española. Quería ser obispo. Pero Dios tenía para él otros planes, sin saber que ya nunca regresaría a España.
Reflexión:
La vida de José de Calasanz no fue fácil pero no se rindió. Dos rasgos de su personalidad se destacan en este texto: tesón y responsabilidad. Con ellas consiguió lo que deseaba poner sus cualidades al servicio de los demás.
¿Eres tú también responsable ante las necesidades de aquellos que te rodean?,
¿haces algo para mejorar su situación?
¿Pones tú también tus cualidades al servicio de tus compañeros?,
¿ayudas a tus compañeros de clase?
José de Calasanz, a lo largo de su vida, tuvo siempre presente en sus oraciones a María, tal y como su madre le había enseñado. Cuando se sentía desanimado recurría siempre a ella.
Rezamos hoy esta oración en honor a María para que nos anime y nos de fuerzas para estudiar al día.