¡Buenos días a todos!
Comenzamos este ratito de oración, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza;
a Ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María,
te ofrezco desde este día alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía!
María, nuestra Buena Madre siempre estará ahí para nosotros.
Avemaría:
¡Feliz día!