Miércoles 27 de abril

Buenos días a todos. Comenzamos este ratito de oración, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. 

¡TE QUIERO!

- ¿Quién suele decirlo?

- ¿A qué personas?

- ¿Cuántas veces?

Escucha con atención el siguiente cuento:


- ¿Qué ha pasado en el cuento?

- ¿Cómo son Lolo y Rita?

- ¿Son iguales?

- ¿Les molesta ser diferentes?

- Ambos aprenden que a pesar de ser diferentes ¿se quieren?

El amor se demuestra cada día, como hace Jesús con nosotros. ¡Demuéstralo!

Padrenuestro.

Evangelio del 27 de abril

  

Jn 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Martes 26 de abril

Comenzamos un nuevo día con la ilusión de disfrutarlo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Imagina que tienes 30 segundos para sacar de tu casa las 3 cosas más valiosas, luego todo se destruye. 
¿Qué elegirías? (piénsalo, no lo compartas)


Muchas personas ya han visto el vídeo en otras ocasiones, pero hoy vamos a ir un paso más allá. 

Si hemos estado atentos al vídeo, ¿hay diferencias entre las cosas que salvarían los adultos y los niños?

- En caso afirmativo, ¿qué tipo de cosas eligen los adultos?, ¿y los niños?


Padrenuestro.




Evangelio del 26 de abril. Fiesta de San Isidoro


San Mateo 5,13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»