Martes 22 de febrero

Empezamos hoy nuestra oración guardando silencio, cierra los ojos y relájate, poniendo las manos sobre las rodillas.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.

¿Sabrías decir qué es un Tesoro? La palabra tesoro, normalmente la utilizamos para referirnos a algo con mucho valor para nosotros y que, por lo tanto, guardamos y cuidamos de manera muy especial, pero...

¿Cuál es tu mayor tesoro?


-¿De qué manera podemos cuidar y ayudar a nuestros amigos?
Le pedimos a Jesús que es el mejor de nuestros amigos, que nos ayude, rezando el Padrenuestro.


Evangelio del 22 de febrero

Fiesta de la Catedra de San Pedro
Mateo 16,13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Lunes 21 de febrero

Buenos días, ¿qué tal el fin de semana? (en este momento podemos compartirlo)

En este momento de silencio, respira tranquilamente y olvídate de todo lo demás. 

Hazte consciente de tus propios sonidos.

Eres tú. Es ahora ....

Dios está aquí.



-¿Qué ha hecho el personaje de Tristeza?
-¿Solemos actuar como ella?
-¿Qué podemos aprender de los personajes?

Esta semana intentaremos poner mayor atención a aquellas personas que necesiten mi ayuda.
Hoy nos acordamos mucho de ti Jesús y de María.

Padrenuestro.





Evangelio del 21 de febrero


Marcos 9,14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.

Él les preguntó: «¿De qué discutís?»

Uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.»

Él les contestó: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»

Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos.

Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?»

Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.»

Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.»

Entonces el padre del muchacho gritó: «Tengo fe, pero dudo; ayúdame.»

Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.»

Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.

Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?»

Él les respondió: «Esta especie sólo puede salir con oración y ayuno.»