28 de noviembre

Mateo 8, 5-11:

"Señor, no soy quién para que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano".

El centurión que hoy se acerca a Jesús es un pagano, no pertenece al pueblo judío. 

Pero se acerca con una fe enorme, con una confianza total y con una humildad muy grande. 

Jesús reconoce y valora estas cualidades y le concede lo que le pide. Porque Jesús no hace distinciones de razas ni de pueblos. 

Dirige su mirada directamente al corazón y sabe valorar lo que hay dentro de él.

El centurión de hoy nos enseña a vivir nuestra fe. Sus palabras las repetimos siempre que participamos en la Eucaristía antes de comulgar: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme".

Díselas al Señor a partir de ahora dando a estas palabras toda su profundidad si no lo has hecho antes. 

Él renovará siempre tu esperanza, fortalecerá y aumentará tu fe.

Confía, Dios escucha siempre tu llamada. 

Buenos días.