14 noviembre

 Lucas 12, 13-21:

"Guardaos de todas clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes... Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios".

Vivimos inmersos en el consumo y en el tener. Acumulamos cosas y más cosas. No sabemos vivir si no estamos rodeados de todo aquello que nos proponen los medios de comunicación, la publicidad o la moda. Queremos ser ricos para disfrutar de todo lo que la riqueza puede proporcionar.
Pero todo eso, como todo lo humano, es efímero y se puede quebrar y romper en cualquier momento.
La sabiduría del evangelio de hoy nos invita a ser ricos ante Dios. Y la riqueza que Dios valora y quiere es precisamente nuestra pobreza. Que sepamos valorar ante todo y sobre todo su amor, su cariño, su cercanía, su perdón, su gracia, su bondad, su misericordia...
Esta es la riqueza que nadie ni nunca nos podrán arrebatar.
Llénate de la riqueza de Dios que es la única riqueza que te puede enriquecer para siempre.
Buenos días.