Miércoles 24 de noviembre


Comenzamos en el  nombre  del  Padre  y  del  Hijo  y  del  Espíritu  Santo, Amén.

Lectura del Evangelio según san Marcos (9, 35-37)

En aquel tiempo Jesús se sentó, llamó a los doce, y les dice: “Si  uno  aspira  a  ser  el  primero,  sea  el  último  y  servidor  de todos.” Después llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos, lo acarició y les dijo:“ Quien  acoja  a  uno  de  estos  niños  en  atención  a  mí,  a  mí  me acoge. Quien me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.”

Breve comentario:

Es  un  evangelio  similar  al  que  escuchábamos  ayer.  Quizá  este haga un hincapié especial en la identificación de Dios mismo con los pequeños, con los niños. La frase final es muy fuerte. Viene a decir que el que recibe a un niño (o a quien se muestra como tal –necesitado,  pobre,...-)  recibe  al  mismo  Dios.  El  encuentro  con Dios se da en los más pequeños. Dios quiere identificarse con los pobres y pequeños de la tierra. Calasanz  asume  esto  y  descubrirá  en  Roma  que  esta  es  la  razón de  ser  de  su  vida,  su  manera  definitiva  de  servir  a  Dios.  La pobreza es la gran ‘aliada’ en este camino. No se puede vivir esto sin ser pobre.

Carta de Calasanz: 

He encontrado en Roma el mejor modo de servir a Dios, haciendo el bien a estos pequeños y no los dejaré por nada de este mundo. En  cuanto  a  la  pobreza,  de  pocos  conocida  y  de  poquísimos abrazada,  cuanto  a  mayor  perfección  la  podamos llevar,  más aseguraremos nuestra vida y misión. (28/02/1632)

Padrenuestro...


Oración final:

Señor, Dios nuestro, que has enriquecido a San José de Calasanz con la caridad y la paciencia, para que pudiera entregarse sin descanso a la formación humana y cristiana de los niños, concédenos, te rogamos, imitar en su servicio a la verdad al que veneramos hoy como maestro de sabiduría.

Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.