Lectura del 1 de octubre


 Sal 78

Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,

han profanado tu santo templo, han reducido Jerusalén a ruinas.

Echaron los cadáveres de tus siervos en pasto a las aves del cielo,

y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra.

Derramaron su sangre como agua en torno a Jerusalén, y nadie la enterraba.

Fuimos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y la burla de los que nos rodean.


¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar siempre enojado?

¿Arderá como fuego tu cólera?

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;

que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados.

Socórrenos, Dios, salvador nuestro, por el honor de tu nombre;

líbranos y perdona nuestros pecados a causa de tu nombre.