Evangelio del 11 de junio


Solemnidad del Sagrado Corazon de Jesús
Jn 19, 31-37

Como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, los judíos pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron».


El lenguaje del amor

¡Qué bello el lenguaje del amor,

el que Tú encarnas, Jesús, Maestro,

pero ¡qué difícil traducirlo en obras,

y en estilo de vida!


Cuántas heridas abiertas, Jesús,

por no mirarte lo suficiente,

por no entrar hasta el fondo en tu interior,

en tu lógica, tu lenguaje, tus sentimientos.


¡Cuánta vida infecunda!

por no acabar de creer que el Amor es tu fuerza

tu único poder y tu único tesoro.


Quita mis miedos, Jesús, amigo,

Mis miedos al Amor

que no pide nada,

que te deja a la intemperie

se expone, arriesga, confía.


Atraviesa mis entrañas Señor,

para moverme en la onda,

de amar como Tú,

sentir como Tú, vivir como Tú.


(María Rita Martín Artacho)