Evangelio del 4 de febrero


Mc 6, 7-13

Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa».

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.


Coloquio en salida

Oigo mi nombre en tus labios, Señor de la Vida,

que me invita a salir al Reino,

con mis temores, pero con tu fuerza;

con mis dudas, pero con tus certezas;

con mis tropiezos, pero con tu mirada puesta en el horizonte;

con mis inseguridades, pero con tu promesa;

con mi debilidad, pero con tu esperanza;

con mi nada, pero con tu todo.

Y entonces salí, con ilusión y empeño, hacia el Reino

y no vi más que sonrisas, abrazos y encuentros.


(Glòria Díaz Lleonart)

(tomado de rezandovoy)