Mc 6, 7-13
Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa».
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Coloquio en salida
Oigo mi nombre en tus labios, Señor de la Vida,
que me invita a salir al Reino,
con mis temores, pero con tu fuerza;
con mis dudas, pero con tus certezas;
con mis tropiezos, pero con tu mirada puesta en el horizonte;
con mis inseguridades, pero con tu promesa;
con mi debilidad, pero con tu esperanza;
con mi nada, pero con tu todo.
Y entonces salí, con ilusión y empeño, hacia el Reino
y no vi más que sonrisas, abrazos y encuentros.
(Glòria Díaz Lleonart)
(tomado de rezandovoy)