El tesoro de la paz
Bienaventurados los no-violentos
que no buscan el poder y saben que a sus cuerpos les crecen manos para dar y no puños para golpear.
Bienaventurados los no-violentos,
que ya no se adaptan a las exigencias de la técnica, ni a las normas de una sociedad de consumo enloquecido.
Bienaventurados los no-violentos,
que no se dejan amilanar por el abuso de poder de los fuertes.
Bienaventurados los no-violentos,
que siempre están del lado de los más débiles, don-dequiera que los hombres son víctimas de los hom-bres, y no se cansan de responder por los derechos de los oprimidos.
Bienaventurados los no-violentos,
que tuercen la espiral de la violencia en el mundo en una espiral de amistad y amor. Son como la corriente en el lecho de un río, que pule los cantos hasta que siguen la corriente: con suave violencia conquistan el corazón del hombre.
(tomado de www.itakaescolapios.org)