Santa Teresa de Jesús
Hoy recordamos con alegría a Santa Teresa de Jesús.
Una santa de Ávila que por su vida y por sus escritos ha dejado una huella profunda en toda la Iglesia.
Me llamo Teresa de Cepeda y Ahumada. Nací en Ávila el 28 de marzo de 1515, en un hogar cristiano donde aprendí a rezar.
La lectura de vidas de santos suscitó en mi corazón el deseo de ser mártir para ver y gozar de Dios pronto y «para siempre».
Me quedé huérfana de madre a los 13 años, pedí a la Virgen María que hiciera sus veces y experimenté su protección toda mi vida.
Gozaba de cualidades naturales para la amistad. Era muy querida de mi padre, hermanos, amigos y familiares.
En mi adolescencia, a la edad de 13-17 años, las influencias de algunos familiares me alejaron de Dios.
Mi padre decidió educarme internándome en un convento de monjas agustinas en Santa María de Gracia. Las buenas amistades, que allí encontré favorecieron la experiencia de Dios y quedó «imprimido fuertemente, en mi interior, el camino de la verdad»
A los 20 años decidí seguir la llamada de Dios y entré en el convento de la Encarnación.
Allí experimenté el drama interior de vivir una vida entre el amor de Dios y el amor del mundo. Ocupada más en amistades que me robaban el tiempo que debía a Dios. Triunfó en mi la gracia de la conversión, mirando la imagen de un «Cristo muy llagado».
Descubrí la llamada de Dios a una vida de entregamás radical a su Amor. Era sensible a las necesidades de la Iglesia y de la sociedad de mi tiempo.
Fundé varios conventos dedicados a la oración contemplativa, para interceder por el mundo ante Dios.
Al final del camino me siento muy enferma. Dejo la última fundación de Burgos y voy camino de Alba de Tormes, donde espero encontrarme cara a cara con mi Dios.
(tomado de cipecar.org)